jueves, 21 de abril de 2011

Viviendo el Día de la Marmota




Hace bastante que no escribo. Y debo ser sincera... entré en un período como si estuviera viviendo el Día de la Marmota.
No se si habrán visto esa película en la que un hombre queda encerrado en UN DÍA que se repite incesantemente, el Día de la Marmota, todo lo que sucede ese día se repite y repite constantemente. El mismo acontecimiento sucede una y otra vez.

Al principio cuando el protagonista se da cuenta que está viviendo el mismo día se desespera, prueba miles de suicidios y muertes en procura de no volver a vivir ese mismo día. Luego, cuando se resigna decide excederse en los placeres, comida, bebida, etc. Total, al día siguiente no sufriría ninguna resaca ni indigestión.
Luego, cansado de los excesos comienza a descubrir a todas aquellas personas que ve a su alrededor interiorizándose en sus historias de vida. Mientras tanto se va enamorando de su compañera de trabajo, averiguando todo de ella.
Convencido que ese día se repetiría eternamente introduce sus propios cambios en su devenir diario, aprendiendo todo aquello que durante su vida quiso hacer: tocar el piano, tallar esculturas en hielo, leer libros clásicos, poesías... Así descubre que el día a día lo hace uno mismo, sin importar si el día se repite una y otra vez.
Solo cuando comprende que la riqueza está en uno mismo, logra salir del Día de la Marmota para vivir el resto de su vida de la mejor forma.
Bueno... durante un tiempo yo sentí que estaba viviendo el DÍA DE LA MARMOTA, mi propio Día de la Marmota. Pero no era que el calendario se había detenido sino que quien se detuvo estancado en el mismo día fui yo y por voluntad propia.
Así, me descubrí repitiendo todos los días la misma rutina. Me levantaba, sacaba a mi perro, volvía, me bañaba, iba a trabajar, volvía del trabajo, antes de llegar a casa pasaba por el mercado, compraba lo que necesitaba, ordenaba mi casa, sacaba al perro, cocinaba, cenaba y nuevamente a dormir, para levantarme al día siguiente en el mismo horario y volver a repetir todo.
Qué feo es darse cuenta que la vida se te va tan rápido viviendo este día. Entonces me dije "Qué estoy haciendo?" y comencé con pequeños cambios.
En vez de levantarme y sacar al perro, me dí un baño caliente, disfruté el agua sobre mi cabeza. Otro día en vez de desayunar en el trabajo, lo hacía en mi casa o en un bar. Comencé a leer de nuevo. Ideé nuevos proyectos. Introduje cambios en mi vida y aquí estoy escribiendo este post, después de un año y 4 meses.
Ahora vivo mi Día de la Marmota de forma diferente. Descubrí que no importa la vida circundante, lo que me rodea, mi entorno. Lo que importa es mi interior y lo que hago para comenzar a cambiar las cosas, porque si cambio por dentro, lo de afuera también cambia.

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